Hola amigos y amigas, sé que he estado un poco desaparecida pero. vuelvo a la carga con muchas más ganas y cosas que nunca. Espero que todos estén bien y. recuerden. no están solos, Dios está con todos ustedes en cada paso que den.
Hace unos días empezó la Semana Santa y, lo primero que hemos recordado ha sido la "Entrada Triunfal" de Jesús en su llegada a Jerusalén. Como está escrito en Juan 12:13, las personas, "Tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel! Todas aquellas personas que salieron a recibirle veían en Jesús un líder que los iba a rescatar de la opresión romana, alguien que los salvaría de su sufrimiento físico pero, nada más lejos de la realidad.
Marcos 15:12-13 "Respondiendo Pilato, les dijo otra vez: ¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos? Y ellos volvieron a dar voces: ¡Crucifícale!"
Estas mismas personas que alabaron a Jesús y que lo llamaron Rey de Israel, fueron las mismas que gritaron, días después, ¡Crucifícale! porque, según su perspectiva Jesús no cumplió sus expectativas.
Todo esto me hace pensar que muchas veces queremos que Jesús actúe de una manera determinada, que Dios haga algo a nuestra manera y, mientras eso sucede, nosotros lo alabamos con fervor y pasión. Pero, una vez nos damos cuenta que Dios no actúa como queremos, nos enfadamos, nos rebelamos y matamos nuestra relación con Él.
Por eso, amados lectores, nuestra confianza y seguridad no pueden estar en lo bueno material o físicamente que Dios nos pueda dar, sino en quién es Él, es eterno, fiel, perfecto, bondadoso, victorioso, etc. Y, aunque no entendamos por qué nos pasan ciertas cosas, debemos estar seguros que es por un propósito que ni nos esperamos. ¡Esa es la motivación correcta!